Viajar en bicicleta es al mismo tiempo un desafío y una manera de reducir la velocidad. Viajarás más rápido que a pie y al mismo tiempo vivirás todo mucho más intensamente que con cualquier otro medio de transporte. Y es muy agotador, sobre todo cuando estás en la montaña.

Todo comenzó con un viaje en bicicleta por los Países Bajos. Eso es lo que haces cuando vives en Hannover y tienes buenos amigos en la escuela. Pero tener siempre el viento soplando desde el frente no es divertido a largo plazo.

Y así nació la idea de un viaje a través de los Dolomitas hasta Rávena. Una visita a Venecia, que en aquella época no estaba todavía masificada, era obligada.

Nos volvimos más valientes y partimos desde Múnich hacia Istria (en aquel entonces todavía Yugoslavia). Se cruzaron el Grossglockner y varios otros pasos.

Y el último de los grandes recorridos nos llevó desde Ginebra a Niza a lo largo de la Ruta de los Grandes Alpes.

Todos los tours siempre incluyen equipaje, tienda de campaña y saco de dormir. En aquella época, las bicicletas de carreras convertidas todavía tenían cambios de 10 velocidades y una rueda dentada de 28 dientes en la parte trasera. Deberíamos poder conformarnos con eso.

Después de estos largos viajes en bicicleta, hubo muchos viajes de fin de semana, la mayoría en Suiza, y varias participaciones en el Swiss Alpine Brevet (no siempre exitosas, pero siempre muy divertidas).